La disfagia o imposibilidad de tragar es una afección habitual en los adultos mayores. Generalmente, se descubre cuando la persona tiene la sensación de tener algo en la garganta o padece molestias a la hora de tragar. Es importante prestar atención a los síntomas y estar pendientes de su evolución, sobre todo, si empeora.
Las causas que producen la disfagia son diversas y en función del tipo de disfagia se aplicará un tratamiento específico para que responda a las necesidades de la persona mayor. ¡Te explicamos más sobre qué es la disfagia, sus causas y su tratamiento!
¿Qué es la disfagia?
La disfagia es la dificultad o imposibilidad de tragar alimentos sólidos o líquidos. La persona que la padece tiene problemas para desplazar la comida de la boca al estómago. Normalmente, cuando se visita al médico, el paciente llega a la consulta indicando que tiene la sensación de que los alimentos se quedan atascados en la garganta.
Como es lógico, esta sensación complica la deglución de los alimentos y la ingesta de líquidos. Esa dificultad se produce cuando los músculos que ayudan en la deglución no funcionan de forma correcta y no permiten masticar o tragar adecuadamente. Los efectos pueden derivar en problemas de deshidratación o pérdida de peso. Pudiendo ocasionar cierto grado o nivel de dependencia en el adulto mayor.
Causas de la disfagia en personas mayores
Esta patología puede ser ocasional o llegar a ser crónica. Algunas de las principales causas de la disfagia pueden venir por distintas enfermedades degenerativas como el Alzheimer o la enfermedad de Parkinson. También, pueden ser causadas por algunas afecciones cerebrovasculares como un ictus.
Existen diferentes tipos de disfagia, según la parte del cuerpo donde se produzca la dificultad para ingerir. Los motivos que la provocan también son distintos. Vamos a ver las causas basándonos en la clasificación del tipo de disfagia.
Disfagia esofágica
La disfagia esofágica hace referencia a la sensación de que al comer el alimento queda atascado en la garganta o en el pecho. Las causas de este tipo de disfagia pueden ser muy variadas, por ejemplo:
- El músculo esofágico inferior, el que permite que el alimento se desplace hasta el estómago, a veces no se relaja adecuadamente y provoca que los alimentos regresen a la garganta. También puede ocurrir que los músculos de la pared del esófago estén débiles, haciendo que se produzca esta disfunción.
- Espasmo difuso. El espasmo difuso genera contracciones descoordinadas y con excesiva presión del esófago tras la deglución. Este espasmo afecta a las paredes de la parte inferior del estómago.
- Constricción esofágica. El reflujo gastroesofágico puede causar el estrechamiento del esófago y hacer que los trozos más grandes de algunos alimentos queden atrapados en el mismo.
- Tumores esofágicos. En caso de aparecer tumores en el esófago y, como consecuencia, el estrechamiento del mismo empeora la dificultad de deglución.
- Cuerpos extraños. Cuando el mayor adulto lleva dentadura postiza o tiene dificultad para masticar, aumentan las posibilidades de esa obstrucción ocasional.
- Anillo esofágico. También de forma intermitente, pueden producirse problemas para tragar cuando la parte inferior del esófago se estrecha por diferentes razones.
- Enfermedad por reflujo gastroesofágico. El ácido estomacal acumulado en el esófago termina dañando los tejidos y puede provocar espasmos que derivan en disfagia.
- Esofagitis eosinofílica. Algunas alergias alimentarias pueden causar este tipo de esofagitis. Se produce como consecuencia de un exceso de las células llamadas eosinófilos.
- La rigidez y endurecimiento de los tejidos deriva el esfínter esofágico inferior y provoca la acumulación de ácido en esófago. Esto causa acidez estomacal de forma frecuente y puede derivar en disfagia.
- Radioterapia. Algunos tratamientos para paliar un determinado tipo de cáncer pueden producir la inflamación y presencia de cicatrices en el esófago que pueden provocar disfagia en el paciente.
Disfagia orofaríngea
La disfagia orofaríngea es otro tipo disfagia que se da al comenzar a tragar. Sobre todo, cuando se debilitan los músculos de la garganta, dificultando el paso del alimento a la garganta y al esófago. Este tipo de disfagia provoca arcadas, tos, atragantamiento y la sensación de que el alimento baja por la tráquea o que sube por la nariz. Entre las causas de disfagia orofaríngea se incluyen:
- Trastornos neurológicos. El Parkinson, la esclerosis y la distrofia muscular pueden causar este tipo de dificultad al tragar.
- Daños neurológicos. Las lesiones en el cerebro, daños neurológicos súbitos o los accidentes cerebrovasculares, también afectan a la capacidad de tragar de los adultos mayores.
- Divertículos faringoesofágicos. También llamados divertículos de Zenker, se trata de una pequeña bolsa que se forma y acumula partículas de alimento en la garganta. Generalmente, esta bolsa se forma encima del esófago, generando mal aliento, gorjeos, tos, carraspera y dificultad para tragar.
- Tratamientos oncológicos. Algunos tratamientos, como la radioterapia, también pueden causar este tipo de disfagia.
¿La disfagia tiene cura?
La disfagia tiene cura. Aunque en algunos casos no se logra una recuperación total, existen diversos tratamientos que mejoran la calidad de vida de las personas que la padecen. El tratamiento deberá ser adecuado a la causa que provoca la disfagia.
Tratamientos para la disfagia en el adulto mayor
En la mayoría de los casos, la afección es tratada con técnicas no invasivas que traducen en pautas e indicaciones para adquirir buenos hábitos para deglutir y alimentarse, como, por ejemplo:
- Cambio de dieta. Con el objetivo de reducir el riesgo de aspiración, se tritura o se espesa la comida con gelificantes para modificar la consistencia de los alimentos.
- Técnicas posturales. Se pautan nuevas formas de comer y masticar mediante el aprendizaje de técnicas posturales, como comer con la espalda recta, formando un ángulo de 90º con las piernas e inclinar ligeramente la cabeza hacia delante.
- Reposar la comida unos minutos antes de levantarse de la mesa.
- Rehabilitación de la deglución. Consiste en el fortalecimiento de la musculatura que interviene en el proceso.
- Sonda nasogástrica. Las sondas de alimentación se aplican en los casos en los que no es posible garantizar la seguridad de la deglución y cuando las pautas anteriores no han conseguido ser eficaces.
Y, cuando no se puede tratar con técnicas no invasivas, en algunos casos, se recurre a la cirugía, aunque no es lo habitual.
En las residencias de mayores Emera tenemos muy en cuenta las dificultades en la alimentación que puedan padecer nuestros usuarios, y más aún cuando se trata de la alimentación de nuestros mayores con disfagia y/o presbifagia (alteración en la deglución asociada al envejecimiento). Nuestros centros disponen de cocina propia con jefe de cocina y los menús diarios que se elaboran siguen las pautas nutricionales adecuadas para cada persona.
Nuestros profesionales comparten su experiencia
“Utilizamos pruebas estandarizadas como el MEC V-v, NRI y evaluamos el estado de la cavidad oral (boca, labios, encías, dientes y paladares). Todo ello, nos permite pautar a cada persona la textura en dieta que más se adapta a sus necesidades como, por ejemplo, la dieta basal, dieta túrmix o dieta fácil de masticación para aquellos residentes que presenten dificultades en la masticación de ciertos alimentos.”
Y, por supuesto, en todos nuestros centros, siempre trabajamos en coordinación con los profesionales y servicios de Geriatría, Endocrinología y Digestivo de los Hospitales y Centros de Salud para fomentar la recuperación de aquellos pacientes con disfagia severa portadores de sonda nasogástrica y PEG.
La disfagia puede estar ligada a diferentes causas. Si alguna persona mayor de tu entorno tiene dificultades al tragar, acude a un profesional. Cuanto antes se detecte la causa y el tipo de disfagia que le afecta, antes podrá comenzar el proceso de recuperación. ¿Te ayudamos?
Consecuencias de la disfagia a largo plazo
La disfagia, si no se trata adecuadamente, puede tener consecuencias graves para la salud. Además de la desnutrición y la deshidratación, la aspiración de alimentos o líquidos puede provocar neumonía, una infección pulmonar potencialmente mortal. La dificultad para tragar también puede llevar a la pérdida de peso, debilidad muscular, aislamiento social y un deterioro general de la calidad de vida. En casos severos, la disfagia puede incluso poner en riesgo la vida.
El impacto emocional de la disfagia en personas mayores
La disfagia en ancianos no solo compromete su salud física, sino que también puede afectar su bienestar emocional. Los ancianos que experimentan dificultades para tragar a menudo enfrentan una serie de problemas emocionales como:
1. Ansiedad y miedo al atragantamiento
Uno de los efectos psicológicos más comunes de la disfagia es el miedo al atragantamiento. Las personas mayores con esta afección suelen sentirse ansiosas al enfrentarse a las comidas, temiendo que los alimentos o líquidos se queden atascados en la garganta. Este temor constante genera estrés, haciendo que la hora de comer se convierta en una experiencia angustiante en lugar de placentera.
2. Frustración y pérdida de control
La disfagia también puede generar un sentimiento de pérdida de control sobre el propio cuerpo. Los ancianos que no pueden disfrutar de sus comidas de manera normal pueden sentirse frustrados y, en muchos casos, impotentes ante su situación. Esto puede afectar su autoestima y llevar a una sensación de vulnerabilidad.
3. Aislamiento social
Las personas mayores con disfagia a menudo evitan situaciones sociales donde se sirva comida, lo que puede conducir a un aislamiento social progresivo. Rechazar invitaciones a reuniones familiares o eventos sociales por temor a las dificultades al comer es una realidad común entre quienes padecen esta afección. Como resultado, pueden experimentar soledad, lo que agrava su estado emocional.
El impacto psicológico a largo plazo
Los efectos psicológicos de la disfagia no son solo inmediatos. Con el tiempo, los ancianos pueden experimentar una disminución en su calidad de vida debido al impacto acumulado de estos sentimientos. Algunos de los efectos a largo plazo incluyen:
1. Depresión
La combinación de ansiedad, frustración y aislamiento puede llevar al desarrollo de depresión en las personas mayores con disfagia. La imposibilidad de participar en actividades sociales comunes, como disfrutar de una comida en familia, puede aumentar los sentimientos de tristeza y desesperanza.
2. Pérdida de apetito
El estrés asociado a la disfagia a menudo hace que las personas mayores pierdan el interés por la comida. Esta pérdida de apetito puede agravar aún más los problemas de desnutrición, debilitando su estado físico y afectando su salud mental.
Cómo abordar el impacto psicológico de la disfagia
Es crucial que, además de tratar los aspectos físicos de la disfagia, se preste atención al bienestar emocional de las personas mayores que la padecen. A continuación, se ofrecen algunas recomendaciones:
1. Apoyo psicológico
Consultar a un profesional de la salud mental puede ayudar a las personas mayores a lidiar con los sentimientos de ansiedad y depresión que surgen con la disfagia. Un terapeuta puede enseñar técnicas para manejar el estrés y mejorar su calidad de vida.
2. Terapias de deglución y logopedia
Las terapias especializadas no solo ayudan a mejorar la capacidad física de deglutir, sino que también ofrecen un sentido de control y progreso. Estas intervenciones pueden reducir la ansiedad al comer y brindar confianza a los pacientes.
3. Apoyo social
Fomentar la participación en actividades sociales, incluso en entornos donde no se requiera comer, puede ayudar a combatir el aislamiento. Es importante que los familiares y cuidadores comprendan los desafíos emocionales de la disfagia y ofrezcan apoyo.
Diagnóstico de la disfagia
El diagnóstico de la disfagia implica una evaluación completa por parte de un profesional de la salud, como un otorrinolaringólogo o un logopeda. Las pruebas diagnósticas más comunes incluyen:
- Videofluoroscopia: Un estudio de rayos X que permite visualizar el movimiento de los alimentos a través de la boca, la faringe y el esófago.
- Endoscopia: Un examen que utiliza una cámara pequeña para visualizar el interior del esófago y detectar cualquier obstrucción o anormalidad.
- Manometría esofágica: Una prueba que mide la presión en el esófago durante la deglución.
- Evaluación de la deglución: Un logopeda puede realizar una evaluación detallada de la deglución para identificar las dificultades específicas del paciente.
Factores de riesgo de la disfagia en personas mayores
La disfagia en personas mayores tiene múltiples causas, algunas relacionadas con enfermedades crónicas y otras con el envejecimiento natural. Conocer estos factores de riesgo puede ayudarte a identificar posibles problemas a tiempo:
- Edad avanzada: El envejecimiento natural puede afectar los músculos y nervios responsables de la deglución. La presbifagia, un tipo de disfagia en ancianos, es común en personas de edad avanzada debido a esta pérdida progresiva de función muscular.
- Enfermedades neurológicas: Patologías como el Parkinson, el Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares pueden dañar los nervios y músculos que controlan la deglución, aumentando el riesgo de disfagia.
- Cirugías y tratamientos oncológicos: Intervenciones quirúrgicas en la garganta o el uso de radioterapia en el tratamiento del cáncer pueden causar cicatrices y rigidez en el esófago, lo que impide una deglución adecuada.
- Reflujo gastroesofágico crónico: El reflujo constante puede dañar el revestimiento del esófago, causando estrechamientos que dificultan el paso de los alimentos.
- Dentadura postiza mal ajustada: En ancianos, una prótesis dental mal colocada puede interferir con la masticación adecuada y, a su vez, con la deglución.
Cómo prevenir la disfagia
Prevenir la disfagia, especialmente en personas mayores, requiere adoptar una serie de hábitos y cuidados que pueden ayudar a evitar la aparición de esta afección. Aquí te dejamos algunas recomendaciones prácticas:
Mantener una dieta adecuada
Una dieta equilibrada, con alimentos fáciles de masticar y deglutir, es fundamental para prevenir la disfagia en ancianos. Evitar alimentos duros, secos o pegajosos y optar por comidas blandas o trituradas puede ser muy útil. Además, es recomendable comer porciones pequeñas y masticar lentamente para facilitar el proceso digestivo.
Realizar ejercicios para fortalecer la musculatura
El fortalecimiento de los músculos de la deglución mediante ejercicios específicos recomendados por logopedas puede prevenir problemas. Estos ejercicios ayudan a mantener la función muscular activa y reducir el riesgo de disfagia en personas mayores.
Prevenir enfermedades subyacentes
Controlar enfermedades neurológicas como el Parkinson y el Alzheimer con un tratamiento adecuado puede reducir el riesgo de desarrollar disfagia. Asimismo, tratar el reflujo gastroesofágico de manera temprana y efectiva puede prevenir daños en el esófago.
Realizar revisiones periódicas
Las revisiones médicas regulares, sobre todo en personas mayores, son esenciales para detectar a tiempo cualquier problema relacionado con la disfagia. Un otorrinolaringólogo o un logopeda pueden evaluar la función de la deglución y ofrecer recomendaciones personalizadas.
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