La salud y el bienestar de las personas mayores son prioridades fundamentales que requieren una atención integral. Entre los diversos aspectos a considerar, la hidratación juega un papel crucial, a menudo subestimado. La deshidratación en personas mayores es un problema frecuente que puede tener consecuencias significativas para su salud física y cognitiva. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta cambios que nos hacen más susceptibles a la pérdida de líquidos. Factores como la disminución de la sensación de sed, la dificultad para acceder a líquidos o la presencia de ciertas condiciones médicas pueden aumentar el riesgo de deshidratación en este grupo de población.
En este artículo, trataremos en detalle la importancia de una correcta hidratación en la tercera edad, identificando los síntomas de la deshidratación, sus posibles consecuencias y ofreciendo consejos prácticos para prevenirla y asegurar el bienestar de nuestros mayores.
Consejos para mantener una hidratación adecuada en personas mayores
- Beber uno o dos vasos de agua al levantarse.
- Evitar largas exposiciones al sol, sobre todo, durante las horas de más calor del día.
- Beber agua antes de que se produzca la sensación de sed.
- Beber, como mínimo, 2,5 litros de agua diarios. Cantidad que debe ser superior si se realiza ejercicio físico o si hace mucho calor. ¡Ojo! Las bebidas con cafeína o alcohol no son sustitutas del agua, ya que actúan como diuréticos y pueden causar pérdidas de agua al aumentar las ganas de orinar.
- Aumentar la ingesta de agua junto a lo toma de medicamentos.
- Tener un dieta rica en frutas y verduras, ya que son alimentos con alto contenido en agua y recomendables para una correcta hidratación.
- Si hace excesivo calor y humedad, aumentar el consumo de agua.
Factores que influyen en la deshidratación
Es importante tener en cuenta algunos factores que en ocasiones pueden disminuir la correcta hidratación de agua de nuestros mayores:
- La incapacidad física, la inmovilidad, los problemas visuales o las alteraciones cognitivas hacen que en ocasiones se beba menos de lo que es recomendable, ya que esta incapacidad dificulta el acceso al agua. Tengamos el agua en un lugar bien visible y siempre al alcance de nuestros mayores.
- Algunos mayores evitan la ingesta de agua debido a problemas de incontinencia.
- Con la edad se produce una disminución de la sensación de sed, lo que conlleva a una ingesta de líquidos mucho menor que en etapas anteriores de la vida. Debemos crear buenos hábitos para generar una hidratación diaria adecuada.
- Las dificultades de deglución, son un factor de riesgo de la deshidratación.
- Algunas patologías agudas como fiebre, vómitos o diarrea, pueden provocar una inadecuada hidratación en las personas mayores, ya que la pérdida de agua es superior a la habitual.
- Determinadas circunstancias hacen que la pérdida de fluidos sea mayor, como la altitud elevada, el alto consumo de fibras y sodio o el consumo de alcohol.
Deshidratación en personas mayores
La deshidratación hace referencia a un proceso fisiológico por el cual el organismo experimenta un déficit agudo de agua corporal, el cual se acompaña de una interrupción en los procesos metabólicos. Es una de las principales causas de hospitalización de los mayores de 65 años.
Sensación de sed, boca seca o pegajosa, disminución de la frecuencia al orinar, color de la orina amarillo oscuro, sequedad en la piel y dolor de cabeza son algunos de los síntomas de una deshidratación leve en personas adultas. Estas señales serían el primer indicativo de que la hidratación no es buena y debemos proceder a rehidratarnos.
No obstante, existen señales que muestran que la hidratación puede ser más severa, como el aumento de la frecuencia cardiaca, hipotensión, escasa frecuencia al orinar y orina de color muy oscuro, micción dolorosa, espasmos musculares, delirio, pérdida de fuerza, ojos hundidos, pérdida de la consciencia o desmayos, mareos, falta de energía, aumento de la tasa respiratoria, problemas visuales, disminución de la movilidad… Ante estos síntomas de una deshidratación grave, debemos acudir de inmediato a un servicio de urgencias médicas. Y es que, en estas circunstancias, deben ser los profesionales de la salud los que hagan una valoración adecuada y procedan a una rápida y correcta hidratación del paciente.
La deshidratación con pérdida de más del 2% del peso del cuerpo, conduce a una disminución de la resistencia y el riesgo de agotamiento por calor. No existe de riesgo de muerte hasta que la deshidratación no alcanza la pérdida de entre un 15% y un 25% del agua corporal total, aunque este porcentaje puede variar según la edad y el estado físico de la persona.
Debemos estar especialmente atentos en la personas mayores, que al tener, en ocasiones, los mecanismos de sed deteriorados no sienten la necesidad de hidratarse con tanta frecuencia y pueden llegar a tener un grado de deshidratación importante, teniendo que beber líquidos aún sin tener sed.
En las personas mayores, el agua se convierte en una verdadera necesidad a la que hay que prestar especial atención. La falta de líquidos, puede ser la principal causa de estreñimiento, muy común en personas mayores. En muchas ocasiones, es necesario prescribir su consumo, como si de un medicamento se tratase.
El papel de los electrolitos para una hidratación óptima
La deshidratación en personas mayores es un problema de salud frecuente que va más allá de la simple falta de agua. Si bien la ingesta adecuada de líquidos es fundamental, el equilibrio de electrolitos juega un papel crucial para una hidratación óptima y el correcto funcionamiento del organismo.
¿Qué son los electrolitos y por qué son importantes?
Los electrolitos son minerales presentes en la sangre y otros fluidos corporales que llevan una carga eléctrica. Entre los más importantes se encuentran el sodio, el potasio, el cloro, el calcio y el magnesio. Estos minerales desempeñan funciones vitales como:
- Mantener el equilibrio hídrico: Regulan la cantidad de agua dentro y fuera de las células.
- Transmisión de impulsos nerviosos: Permiten la comunicación entre las células nerviosas.
- Contracción muscular: Facilitan la contracción y relajación de los músculos.
- Regulación del pH: Mantienen el equilibrio ácido-base del cuerpo.
Desequilibrio electrolítico y deshidratación en ancianos
En las personas mayores, la deshidratación puede causar una pérdida importante de electrolitos, lo que puede agravar los síntomas e incluso provocar complicaciones graves. Los síntomas de un desequilibrio electrolítico pueden ser similares a los de la deshidratación, como debilidad, fatiga, calambres musculares, confusión y arritmias cardíacas.
Causas de desequilibrio electrolítico en personas mayores
- Medicamentos: Algunos medicamentos, como los diuréticos, pueden aumentar la excreción de electrolitos.
- Enfermedades crónicas: Enfermedades renales, cardíacas o digestivas pueden afectar el equilibrio electrolítico.
- Sudoración excesiva: En climas cálidos o durante la actividad física, la pérdida de líquidos a través del sudor también implica una pérdida de electrolitos.
- Dieta inadecuada: Una dieta baja en minerales puede contribuir al desequilibrio.
Cómo prevenir el desequilibrio electrolítico y la deshidratación:
- Asegurar una ingesta adecuada de líquidos: Se recomienda un consumo regular de agua a lo largo del día, adaptado a las necesidades individuales y a las condiciones ambientales.
- Consumir alimentos ricos en electrolitos: Incluir en la dieta frutas y verduras como plátanos (potasio), espinacas (magnesio), leche y yogur (calcio) y alimentos con sodio (con moderación).
- Consultar con el médico: Es importante informar al médico sobre cualquier síntoma de deshidratación o desequilibrio electrolítico, especialmente si se toman medicamentos o se padecen enfermedades crónicas. El médico puede recomendar suplementos de electrolitos si es necesario.
- Bebidas deportivas con moderación: Si bien pueden ser útiles en situaciones de sudoración intensa, su consumo debe ser moderado debido a su contenido en azúcares.
Deshidratación y deterioro cognitivo en personas mayores
La deshidratación en adultos mayores es mucho más que una simple sed. Sus efectos pueden extenderse a la función cognitiva, exacerbando problemas existentes o incluso desencadenando síntomas similares a la demencia. Comprender este vínculo es crucial para brindar una atención integral a las personas mayores y mejorar su calidad de vida.
Cómo afecta la deshidratación al cerebro de una persona mayor
El cerebro, compuesto en gran parte por agua, es extremadamente sensible a los cambios en el equilibrio hídrico del cuerpo. La deshidratación, incluso leve, puede afectar negativamente diversas funciones cognitivas:
- Disminución del rendimiento cognitivo: Estudios han demostrado que la deshidratación puede afectar la memoria a corto plazo, la atención, la concentración, la velocidad de procesamiento de la información y las habilidades psicomotoras.
- Confusión y desorientación: La falta de líquidos puede alterar la comunicación entre las células cerebrales, lo que se manifiesta en confusión, dificultad para recordar información reciente o para orientarse en tiempo y espacio. Estos síntomas pueden ser especialmente preocupantes en personas con demencia preexistente, ya que pueden intensificarse y dificultar aún más su vida diaria.
- Mayor riesgo de caídas: La deshidratación puede causar mareos, inestabilidad y debilidad muscular, aumentando el riesgo de caídas y sus consecuentes lesiones, que a su vez pueden tener un impacto negativo en la salud cognitiva.
- Exacerbación de la demencia: En personas con Alzheimer u otras formas de demencia, la deshidratación puede empeorar los síntomas existentes, como la pérdida de memoria, la dificultad para comunicarse y los cambios de comportamiento.
Mecanismos biológicos implicados
Varios mecanismos biológicos explican la relación entre la deshidratación y el deterioro cognitivo en personas mayores:
- Reducción del volumen cerebral: La deshidratación puede provocar una disminución del volumen cerebral, lo que afecta directamente a las funciones cognitivas.
- Disminución del flujo sanguíneo cerebral: La falta de líquidos puede disminuir el flujo sanguíneo al cerebro, lo que reduce el suministro de oxígeno y nutrientes esenciales para su correcto funcionamiento.
- Desequilibrio electrolítico: Como hemos mencionado anteriormente, la deshidratación también puede alterar el equilibrio de electrolitos, que son cruciales para la transmisión de señales nerviosas y la función cerebral.
- Aumento del estrés oxidativo: La deshidratación puede aumentar el estrés oxidativo en el cerebro, un proceso que se ha relacionado con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Grupos de riesgo
Si bien todas las personas mayores son susceptibles a los efectos de la deshidratación en la función cognitiva, algunos grupos son especialmente vulnerables:
- Personas con demencia diagnosticada: Como se mencionó, la deshidratación puede exacerbar los síntomas de la demencia.
- Personas con dificultades de movilidad: Aquellas con limitaciones físicas pueden tener dificultades para acceder al agua y mantenerse hidratadas.
- Personas que toman ciertos medicamentos: Algunos medicamentos, como los diuréticos, pueden aumentar el riesgo de deshidratación.
- Personas con enfermedades crónicas: Enfermedades como la diabetes, la insuficiencia cardíaca o renal pueden predisponer a la deshidratación.
Prevención de la deshidratación en adultos mayores
La prevención de la deshidratación es fundamental para proteger la salud cognitiva de las personas mayores:
- Monitoreo constante de la ingesta de líquidos: Los cuidadores y familiares deben estar atentos a la cantidad de líquidos que consumen las personas mayores, ofreciéndoles agua y otras bebidas saludables a lo largo del día.
- Estrategias para personas con demencia: En personas con demencia, se pueden implementar estrategias como ofrecerles bebidas con regularidad, utilizar vasos y tazas fáciles de agarrar, y recordarles constantemente la importancia de beber.
- Adaptar la hidratación a las condiciones ambientales: En climas cálidos o durante la actividad física, es necesario aumentar la ingesta de líquidos.
- Consultar con el médico: Ante cualquier síntoma de deshidratación o cambios en la función cognitiva, es fundamental consultar con un profesional de la salud.
En las residencias de mayores Emera, sabiendo que la deshidratación es una de las alteraciones más frecuentes en personas de la tercera edad y que es una de las principales amenazas en este grupo de población, trabajamos en este aspecto para:
- Identificar al residente con factor de riesgo.
- Procurar estrategias e intervenciones para tener una adecuada hidratación.
- Favorecer a todos nuestros residentes y usuarios de los centros de día, la ingesta de líquidos.
Por ello, ponemos especial atención y cuidado y nos aseguramos de que se realizan diferentes ingestas en diferentes momentos del día, asegurando así la ingesta:
- En las comidas.
- A media mañana y a media tarde.
- Siempre que se precise.
- En residentes diabéticos antes de dormir se les dará una hidratación.
Conclusión final
La deshidratación en personas mayores es un problema de salud prevenible que requiere atención y cuidado constantes. Asegurar una ingesta adecuada de líquidos y estar atentos a los signos de deshidratación son medidas fundamentales para mantener la salud y el bienestar de nuestros mayores. Como hemos visto, la falta de hidratación puede acarrear consecuencias graves que van desde el estreñimiento hasta problemas cognitivos severos, pasando por un mayor riesgo de caídas y hospitalizaciones.
En Emera, comprendemos la importancia vital de una hidratación adecuada en la tercera edad. Por ello, nos esforzamos en crear un entorno que promueva el bienestar integral de nuestros residentes, prestando especial atención a la prevención de la deshidratación. Implementamos protocolos específicos que incluyen:
- Evaluación individualizada: Identificamos los factores de riesgo de cada residente para adaptar las estrategias de hidratación a sus necesidades específicas.
- Disponibilidad constante de líquidos: Aseguramos que el agua y otras bebidas saludables estén siempre accesibles y a la vista, facilitando su consumo.
- Recordatorios y estímulos: Nuestro personal está capacitado para recordar y animar a los residentes a beber con regularidad, especialmente durante las comidas y entre horas.
- Seguimiento y monitorización: Realizamos un seguimiento continuo de la ingesta de líquidos de cada residente para asegurar una hidratación óptima.
- Formación continua: Formamos a nuestro personal en las mejores prácticas de hidratación para personas mayores, manteniéndolos actualizados sobre las últimas investigaciones y recomendaciones.
- Colaboración con profesionales sanitarios: Trabajamos en estrecha colaboración con médicos y otros profesionales sanitarios para abordar cualquier problema de salud relacionado con la deshidratación.
En las residencias Emera, la salud y el bienestar de nuestros residentes son nuestra máxima prioridad. Nos comprometemos a proporcionarles un entorno seguro, confortable y estimulante donde se sientan cuidados y atendidos en todas sus necesidades, incluyendo una hidratación adecuada y constante. ¡Porque sabemos que una buena hidratación es sinónimo de calidad de vida!
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